miércoles, 21 de septiembre de 2011

Boca no Tiene rival


Ya se comenta por lo bajo que este Boca no tiene rival. Al primero en serio que se le cruzó, encima, lo pasó por arriba. Valeri, a la hora de buscar una palabra para definir lo que habían sufrido, eligió decir que los habían destruido y dio un ejemplo: venían teniendo cinco chances por partido y ante Boca, ninguna. Las cábalas, por más que resultado que se le atribuyan, no son la mayor razón para este arranque.
El éxito comenzó en la intención detrás de la búsqueda de los refuerzos. “Si no nos metemos los goles solos, ya vamos a pelear el campeonato”, dijeron, antes de enumerar los puntos regalados en el Clausura. También, para la defensa, se buscó experiencia, voces que ordenaran. Y así, llegaron Orion y Schiavi.
El primer objetivo planteado por todos para este semestre fue tener un buen comienzo y eso, en el debut en Bahía Blanca, significaba no perder. Sabían del valor de borrar de las cabezas ese estigma de años anteriores. Y las bondades de Unión y el triunfo sobre la hora en Rosario aportaron la cuota necesaria de confianza. Un ciclo que tenía las horas contadas, renació. Y los jugadores empezaron a consolidarse y a darle forma a un equipo. “Una victoria llama a otra victoria”, decía Bianchi, no por capricho. Las rachas positivas convierten la inseguridad en seguridad, actitud y coraje.
El equipo, en el andar, empezó a exhibir su funcionamiento ordenado. Se mueve en bloque, todos salen y retoman rápidamente posiciones. Está todo claro en Boca. Tres marcadores centrales y un número 5 que es el cuarto defensor. Un lateral izquierdo que recorre la banda, recupera la sociedad Román-Clemente y libera a Erviti de cubrir ese sector, lo convierte en el que fue en Banfield. El 10, está claro, es el centro de todo. Falcioni creyó obligatoriamente en esa idea a partir de la salida de Palermo, y les hizo bien a todos.
En el receso, el entrenador había pedido a Silva. Veía que Viatri jugaba tanto dentro como fuera del área, y eso no lo convencía. Fue para atrás en el tiempo y percibió que en el último título, cuando no estuvo Palermo, Ischia cubrió esa ausencia con dos número 9. Y así fue que se trajo a Cvitanich, para intercambiar roles en ataque.
Todo este funcionamiento encontró sustento en la pretemporada. Este Boca corre más que los demás y gana por cansancio. De los diez goles, seis fueron en el último tramo. Sin piernas no hay actitud y sin actitud no hay piernas, esto está claro. A imagen y semejanza de su maestro Santella, el PF Otero pone a los jugadores al techo de su rendimiento físico y eso siempre conlleva el riesgo de lesión. “Cuando mejor están, más cerca de romperse”, reza una máxima bianchista. Y si se lesiona uno, entra otro...
En este contexto, la duda principal es cuánto recambio tiene Falcioni. “Estamos tan mentalizados en ganar el campeonato que no se va a sentir ninguna ausencia”, dicen algunos jugadores. Sin embargo, hay puestos que por peso específico no encuentran recambio. Uno es el 10.
Si los soldados le aguantan, ¿tiene rival Boca?

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